A mí esto de la independencia de Cataluña me genera sentimientos encontrados. Normalmente esquivo el debate porque, en realidad, apenas me interesa, o digamos que sólo me interesa como revulsivo en una situación estancada. Pero a mi alrededor, como es lógico, todo el mundo está embarcado en este jaleo, muchos a favor, otros en contra. Y me resulta un poco complicado explicar mi postura porque antes de terminar de explicarla ya se me ha percibido como un “adversario”, o como “uno de los nuestros”, y no.
Una conversación tipo puede ser así:
PREGUNTA: ¿estás a favor de la independencia de Cataluña?
RESPUESTA: Sí.
P: ¡nunca hubiera dicho que tú fueras nacionalista!
R: No lo soy.
P: ¡Pero estás a favor de la independencia!
R: Sí.
P: ¿Crees que a Cataluña le irá mejor fuera de España?
R: No lo sé.
P: ¡Los políticos catalanes son igual de corruptos que los…
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